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jueves, 4 de agosto de 2011

La ingeniería romana. El agua (y 2)

El abastecimiento de agua para las ciudades era un punto fundamental en su desarrollo. Los romanos aportaron una innovación: los acueductos sostenidos por arquerías. Hasta ese momento había pozos, cistermas y fuentes que estaban cercanas y de las que se podía extraer el agua por medios mecánicos o manuales. El acueducto implica un transporte desde un lugar no tan cercano, con el propósito de garantizar el suministro de agua permanente.

Acueducto de "Los Milagros", Mérida, Badajoz

Los "putei" o pozos excavados en el terreno hasta alcanzar una capa freática, utilizaban para elevar el agua un "orbiculus" o polea simple, que ha pervivido en los pueblos hasta el s. XX, si bien es cierto que tenían bombas hidraúlicas más sofisticadas.

Bomba hidraúlica de la mina de Sotiel (Huelva). Museo Arqueológico Nac. (Madrid)

Las cisternas recogían el agua de lluvia. Sustituyeron la piedra arenisca de los griegos por la roca caliza y constuyeron bóvedas, dando así mayor anchura a las cisternas.

Cisterna Basílica, la más grande de las 60 que había en Constantinopla

Los acueductos eran obras de significado político, que se financiaban recurriendo a los fondos del erario público. A menudo el acueducto partía de una cisterna que recogía el agua de los arroyos o las aguas subterráneas que se almacenaban bajo tierra, y que servían para hacer una primera decantación de impurezas. Localizar estas aguas subterráneas, requería un profundo conocimiento del terreno. En aquellos lugares donde el caudal variaba según las estaciones del año, se construía un pantano que permitía regular el volumen de agua. Es el caso del pantano de Proserpina en Extremadura.
Para que la construcción cumpliera su cometido el agua no debía quedarse estancada ni correr en exceso. Esto exigía que la cañería describiera una suave inclinación desde su origen hasta su destino. Estas cañerías podían ser de dos tipos:"specus", cuando se trataba de un canal de agua potable, iba cubierto por losas de piedra o bóvedas de ladrillo, cantería u hormigón y el "corrugus" si las aguas estaban destinadas a uso indurstrial, sin cubrir, sin revestimientos.

Se llegaban a superponer dos acueductos, como se ve en la actual Porta Maggiore de Roma

Para mantener la pendiente constante los ingenieros emplearon arcos, muros de sostén y galerías horadadas en la roca, según las circunstancias.
Los canales cubiertos (specus), conducían las aguas desde la cabecera hasta los depósitos (castella), emplazados en los puntos elevados de las poblaciones, desde donde posteriormente se llevaba a cabo el reparto por los diferentes barrios de la ciudad. En algunas ocasiones se utilizaban tuberías constituidas por bloques perforados de piedra, utilizando una pasta para su sellado. Las tuberías de plomo (fistulae) se soldaban. Además de en los sifones, se utilizaban para llevar el agua a las casa privadas más lujosas de la ciudad, abastecían los baños públicos y las fuentes.

Urinarios públicos de Ostia, Roma

Se consideraba que el agua era un bien público de gran valor. Cuando se concedieron permisos para que los particulares pudiesen conectar con la red de distribución pública, fue el emperador el concesionario de ese servicio.

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